martes, 15 de junio de 2010

Algo para rememorar

A tres semanas de los festejos por el Bicentenario de 1810, aumentan día a día la cantidad de reclamos en pedido de algún souvenir que trate el tema de los tan majestuosos festejos que pudimos disfrutar aquellos que participamos de esta celebración.
Si bien algunos dirán que la única memoria eterna y vigente será la impregnada en nuestros sentidos, no me resulta inapropiado aclarar que hubiese estado agradable que podamos compartir de todos esos recuerdos con aquellas generaciones futuras a las nuestras.
Si hacemos un retroceso en el tiempo, a muchos de ustedes les habrán contado (los abuelos son expertos en contar historias) sobre los concursos que el Gobierno, de ese momento, realizaba con el fin de entregar valiosos objetos significativos de la época en conmemoración a los 100 años de la Revolución de Mayo, obviamente en 1910. En esos concursos participaban los trabajadores, de cualquier clase social, que mediante la realización de algún trabajo (ya sea manual o a través de maquinarias) obtenían su premio, el cual muchos de ellos deben conservarse hoy en día en varias familias.
Uno de los mayores premios no se caracterizaba por su valor monetario en esa época sino más bien por lo sentimental, se trataba de un enorme libro lleno de ilustraciones de los monumentos más emblemáticos de nuestro país, fotografías de todos los integrantes de la política desde 1810 hasta entonces y completado por escritos que describían los cargos de cada uno de ellos y su huella dejada en nuestro suelo Argentino.
Deberíamos aprovechar la perfección con que estos festejos fueron llevados a cabo, todos los ciudadanos unidos por un mismo fin, las calles llenas de alegría (porque a pesar de que los accesos hayan sido un caos durante toda una semana, sabíamos que algo bueno estaba por venir, que valía la pena) y así fue...todos disfrutamos de la reapertura del Teatro Colón, aunque Macri y Kirchner sigan peleados, todos pudimos estar en la Catedral y en la Basílica al mismo tiempo, a pesar de la desunión de los Dirigentes en el Tedeum, todos permanecimos con los televisores encendidos esos días, sin importarnos los vaivenes de cada canal por la transmisión de los actos... hipocresía sin sentido, superficialidad pura.
Y sin intención de exacerbar mi pesimismo, debo decir que muchos de nosotros seguramente no volvamos a verlo y es por eso que propongo sumarnos a esta campaña de rememorar este paso a la libertad.
Un libro, un video quizá, algo que perdure con el transcurso de los años, porque estoy segura que valdrá la pena hacerlo y mucho más conservarlo.
Aún estamos a tiempo...

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